23 de septiembre de 1968: La resistencia en Santo Tomás


-¡Otra vez en Santo Tomás, un 23 de septiembre, recordarás- dije al Camarada

- Fue ahí, en la misma fecha, pero 12 años atrás, cuando también el ejército entró al Politécnico, para clausurar el internado y los comedores estudiantiles. Entonces también se dijo que los estudiantes en lucha eran "comunistas". Lo que había era una brutal ofensiva gubernamental para desmantelar todo lo que en el sistema educativo tuviera un tinte popular.

Se supone que el Politécnico fue creado para que aquí pudiéramos estudiar los hijos de familias obreras y campesinas. Los internados, los comedores estudiantiles y las casas de estudiantes eran un importante apoyo para los que venían de los estados, generalmente del campo, de escasos recursos económicos.

- Si flaco -contestó "El Camarada"-, y fue también un 23 de septiembre, pero hace tres años, cuando en Madera, Chihuahua, el Grupo Popular Guerrillero de Arturo Gámiz intentó tomar el cuartel militar para comenzar una revolución socialista en México.

- "Y ahora otro 23 de septiembre se inserta en nuestra historia en el mismo casco de Santo Tomás asaltado por la tropa en 1956"

Desde la toma de CU y los ataques en Zacatenco y Tlatelolco, con los compañeros del Casco estaban en alerta máxima preparándose para resistir para defender las escuelas estaba decidido resistir hasta donde fuera posible.

Había brigadas encargadas de ir a las gasolineras a recoger los botes de aceite para carro que quedaban vacíos, para convertirlos en alcancías. Pero siempre quedaban residuos de aceite en ellos. Entonces los colocaban boca abajo para que terminaran de escurrir en charolas. Con esos residuos, se llegaron a llenar cubetas. No lo tiraron. Llegaría el momento de darle utilidad.

Recorriendo escuela por escuela, compañeros del Consejo Nacional de Huelga, profesores, padres de familia, pedían a quienes se "atrincheraban" en las azoteas de los planteles, salir, que nadie se quedara dentro, que era mejor resistir en la calle, que así se había hecho en los días previos en Zacatenco y Tlatelolco, donde la resistencia de la Voca 7 se había extendido por los edificios de la Unidad Habitacional. Que en el Casco era mejor desde las calles, montando barricadas y aplicando el "pica y huye".


Para potenciar la capacidad incendiaria de las molotov, se regó en el pavimento aceite, de modo que cuando volvieran a pasar los granaderos, una sola molotov lanzada en medio del pavimento bañado en aceite, alzaba una gran llamarada, además de que el pavimento aceitoso, hacía derrapar a los vehículos policiales, lo cual se aprovechaba para que la lluvia de piedras intensificada, los obligara a replegarse... Y en el repliegue, eran confrontados por otros grupos de compañeros que venían de Zacatenco, la ciudadela, o Tlatelolco a apoyar la defensa del Casco.

En los talleres de las escuelas, se afilaron electrodos de soldadura eléctrica con esmeril. Con un muelle, un tramo de ángulo y un cable de acero ser armaron una especie de ballestas. Fueron muy útiles para ponchar las llantas a los camiones de granaderos. Algunas de estas saetas alcanzaron blanco en piernas, brazos o espalda -pese al chaleco antibalas- de los granaderos.


En el enfrentamiento ganaba terreno el ingenio frente a la fuerza bruta. Así los compañeros pudieron mantener a raya a todos los granaderos durante toda la tarde del 23 de septiembre. Hasta que ya casi en la madrugada del día 24, intervino el ejército.


La última escuela en caer fue en Ciencias Biológicas, el mismo edificio que en 1956 albergó el internado.




Guillermo Palacios. De la protesta callejera, a la lucha por otro mundo posible, crónicas del movimiento estudiantil de 1968