PRESENTACIÓN DEL LIBRO: AMLO – ESTAFA Y RESTAURACIÓN


Por Jesús Valdez / La Marx México

El pasado 26 de junio, se presentó el libro "AMLO: Estafa y restauración", de Joel Ortega Juárez, al que fuimos invitados por la Liga de Unidad Socialista. Este libro fue presentado tanto por el autor, como por Marco Rascón, el Partido Comunista Mexicano y el dirigente trotskista Manuel Aguilar Mora. Escribo esta reseña, debido a que solo se permitieron 5 comentarios de 10 minutos a los asistentes y no fui una de esas 5 personas.

Una de las participaciones que más me llamó la atención, fue la de Aguilar Mora, pues además del respeto que le tengo, es una pieza histórica del trotskismo mexicano. En su intervención, Manuel expuso el desarrollo histórico de la Unión Soviética y su posterior colapso tras el triunfo de la contrarrevolución, recordando la predicción de León Trotsky, según la cual, si el proletariado soviético no fuera capaz de derrocar a Stalin, tarde o temprano, la restauración capitalista triunfaría en Rusia... y así fue.

Aunque difiero en su caracterización de la situación mundial, Manuel dio varios nortes políticos para entender el desarrollo histórico de los tipos de régimen en nuestro país. Pues siguiendo a León Trotsky en su análisis sobre el bonapartismo mexicano personificado en la figura de Lázaro Cárdenas, el compañero es autor de una trilogía histórica sobre el bonapartismo mexicano.

El bonapartismo mexicano

Después de caracterizar al norte bárbaro y semi analfabeta del México revolucionario, reconoció el genio militar de un analfabeto que a la vez fue un genio militar, es decir Doroteo Arango mejor conocido como Pancho Villa, así como el papel activo del grupo sonorense en la consolidación de la revolución burguesa y el aplastamiento de los Villa y los Zapata.

Del triunfo de la revolución burguesa y la derrota del agrarismo revolucionario, emerge bajo el callismo el Partido Nacional Revolucionario (1929-1938), es decir, el ancestro del PRI. Hasta entonces, una característica de la revolución mexicana, fue el auge del caudillismo de los Obregón, los Calles, los Carranza, los Madero, los Villa y los Zapata; cada uno fiel representante de los intereses de clase de un sector de la población, resumiendo en su persona las características típicas de cada uno de estos sectores.

El nacimiento del PNR, fue la consolidación orgánica de un proyecto partidario sobre el cual se llevaría la dirección del desarrollo capitalista de nuestro país y la instauración de una democracia formal, es decir, de una democracia burguesa. Sin embargo, a pesar de estar instalada la democracia burguesa en nuestro país, el caudillismo continuó siendo uno de los rasgos más característicos de la política mexicana hasta bien entrada la década de los ochentas.

En su momento, el "bonapartismo sui géneris" de Cárdenas, fue clave en el desenvolvimiento histórico de lo que después sería el Partido Revolucionario Institucional (PRI), creando una estructura corporativa y clientelar, donde la figura central era el caudillo, el PNR cambió de nombre a Partido de la Revolución Mexicana en marzo de 1938 y finalmente a PRI en enero de 1946 bajo la tutela de Manuel Ávila Camacho y el candidato presidencial Miguel Alemán Valdés. El PRI gobernó desde entonces, hasta el año 2000, cuando perdió la elección presidencial ante el panista Vicente Fox Quesada.

Haciendo números, el PRI y sus ancestros gobernaron México de manera consecutiva desde 1929 hasta fin de milenio. Su forma de gobernar era algo parecido a una "dictadura perfecta", pues, aunque formalmente dirigía una democracia burguesa, la forma de hacer política era a través del presidencialismo, es decir, bajo la égida del caudillo en turno.

Esta forma de hacer gobierno, fue la que llevó a Manuel a dar continuidad a la tesis de Trotsky sobre el régimen mexicano. No había decisión relevante en nuestro país, que no pasara por la oficina del presidente de la república en turno, desde las candidaturas para las elecciones locales, hasta el ungimiento del candidato presidencial que le sucedería al caudillo.

La crisis de dirección en México y la política del Frente Popular

El bonapartismo mexicano penetró todas las fibras de la sociedad mexicana, incluidos los sindicatos, donde la dirección de la CTM estuvo bajo la férrea dirección de Fidel Velázquez, esta dirección le fue cedida por Vicente Lombardo Toledano, quien seguía las órdenes del Kremlin, pues para esas fechas y en el contexto de la II Guerra Mundial, para la Internacional Comunista dirigida por Stalin, el gobierno mexicano, era de carácter progresista y anti fascista, pues era parte del bloque de los aliados para derrotar a los nazis en Alemania.

Bajo esta lógica actuó el Partido Comunista Mexicano, quien además de ser partícipe activo en la campaña de desprestigio contra León Trotsky, jugó un rol central en su asesinato. En la presentación del libro de Joel Ortega, los miembros del PCM que este fue apoyador del príato y de sus dos ancestros hasta finales de los años 50´s, para su congreso de 1960, determinaron que la revolución mexicana habría terminado y era hora de hacer otra revolución. Ortega Juárez recordó la masacre de 1968 y la de 1971, en esta última, él y sus compañeros cargaban una manta que encabezaba los contingentes estudiantiles con la consigna: "La revolución mexicana, ha terminado".

Como bien mencionamos, la política típica durante la 2ª guerra mundial y durante la posguerra, fue la de los "frentes populares", pues después de negarse a hacer unidad con la socialdemocracia alemana para exterminar a los nazis cuando todavía eran débiles, la Internacional Comunista da un giro de 180 grados al oponer la política del Frente Popular, es decir, apoyar a las burguesías "nacional-progresistas" en cada país en aras del frente anti fascista.

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, Europa terminó con los partisanos ocupando las principales plazas públicas después de derrotar al fascismo italiano y al fascismo alemán, con sus partidos comunistas y el proletariado prácticamente con el poder de facto... y con las armas en la mano.

En los meses previos a la inevitable caída de los nazis, Stalin se reunió durante tres días con Francis Delano Rooosevelt (presidente de los Estados Unidos) y Winston Churchill, primer ministro de Inglaterra, para preparar el asalto final contra el fascismo, pero también para definir cómo quedaría el tablero de la geopolítica mundial, es decir, para definir como se repartiría el mundo después de la guerra. Esta reunión dio paso a los acuerdos de Yalta, en los que el acuerdo no escrito en papel, era el compromiso de Stalin para no animar nuevas revoluciones en los países imperialistas, como garante, después del triunfo sobre los nazis, disolvió la Internacional Comunista y apoyó a gobiernos de coalición burguesa... como el PRI en México.

Fin del bonapartismo mexicano y primavera de la democracia burguesa

El principio del fin del bonapartismo mexicano, se inaugura con la derrota de Carlos Salinas de Gortari en las elecciones presidenciales de 1988 frente al perredista Cuauhtémoc Cárdenas donde este último se lleva el 80% de los votos. Salinas y el PRI se imponen con un fraude y con una masacre. Cárdenas se niega a enfrentar al PRI con un Zócalo lleno y las masas exigiendo armas para comenzar una revolución que acabara de una vez con todas con la dictadura imperial y 7 décadas de cacicazgo.

México se encontraba en una etapa pre revolucionaria, previamente, el Partido Comunista Mexicano se había disuelto para formar el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) que después se convertiría en el PRD, parafraseando al escritor y militante comunista José Revueltas, el proletariado mexicano, era un proletariado sin cabeza, es decir, sin dirección revolucionaria, pues esta se había disuelto en un partido de frente popular bajo la dirección de ex priístas como Cárdenas y el tabaqueño Andrés Manuel López Obrador.

Seis años más tarde, le llegó el turno al EZLN, México se convirtió en el epicentro de una situación revolucionaria que era seguida en toda América Latina, con movilizaciones de solidaridad con el EZ a lo largo y ancho de la república mexicana, al igual que en varios países de América Latina. El EZ renunció a la idea de derrocar a Carlos Salinas de Gortari y se conformó con el reconocimiento de los derechos indígenas bajo los Acuerdos de San Andrés, la tarea de sacar al PRI de los pinos fue realizada por un demócrata burgués rancio y demagogo llamado Vicente Fox Quesada. El régimen de partido único se había terminado y con él, el fin de una era.

¿El ascenso de Morena equivale a la restauración del bonapartismo mexicano?

La tesis central del libro de Joel Ortega versa en la restauración del príato bajo las siglas de MORENA, el que reconstruye el aparato corporativo del PRI, asimilando al propio PRI en sus filas. Esta tesis resulta interesante, pero no concuerdo con ella, ni con otra tesis importante de su libro: que MORENA manipula a las masas y gobierna bajo el discurso del "nacionalismo revolucionario" del PRI.

Aguilar Mora ha escrito un interesante artículo sobre la "restauración" del bonapartismo mexicano, esta tesis es tentadora, si no fuera porque los gobiernos bonapartistas en todo el mundo fueron derrocados a finales de la década de los 70´s del siglo pasado y lo que hemos tenido desde aquel entonces, son regímenes parlamentarios de democracia burguesa, el sistema de "partido único" ya no existe, salvo raras excepciones históricas. Pero concedamos algo de tiempo a estos dos compañeros por tratarse de militantes honestos y comprometidos con la causa del socialismo.

A mi parecer, Morena y López Obrador llegan al poder, producto de 89 años de hartazgo de gobiernos panistas y priístas, incluso es un espejismo que pareciera la salvación para millones de mexicanas y mexicanos, en este sentido, vale la pena parafrasear a Marx en su 18 brumario: el pueblo pensaba que votaba por la victoria, pero en realidad votaba por su derrota en las elecciones de 2018 donde resultó triunfador AMLO.

A los socialistas, nos hace un gran favor, que estando en el poder, AMLO se quita la máscara ante las masas mexicana y aparece como un personaje siniestro y reaccionario. Aunque existe un sector de la población que es adicto a AMLO, los ejercicios de democracia burguesa a los que ha convocado, han resultado ser un rotundo fracaso, tanto la consulta para "juzgar a los actores políticos del pasado" (apoyada por el EZLN) que no reunió más de 7 millones de votos, como la consulta de revocación de mandato que no rebasó los 15 millones de votos. Es decir, la mitad de los 30 millones de votante de AMLO, le dieron la espalda en esta consulta, del mismo modo que lo hicimos los 75 millones de electores que nos negamos a acudir a esta farsa.

Sobre la otra tesis de Ortega Juárez, usaré la respuesta que este dio a una "trotsko amlover" de la corriente de Alan Woods: Las y los socialistas somos campeones para impulsar reformas a favor de las y los trabajadores, sin embargo, bajo el gobierno de la 4T, no ha existido ni una sola reforma a favor de los trabajadores.

Se hizo mención de una reforma "importante" (la reforma eléctrica) que fue detenida en la cámara de diputados por un sector de la oposición burguesa. Sin embargo, en palabras de la Secretaria de Energía y a manera de spoiler, "la reforma eléctrica no expropiará nada, ni un tornillo". Es cierto que AMLO aspira a reconstruir el bonapartismo mexicano, dando un gran peso al ejército, burlándose de las familias de las víctimas de los crímenes de lesa humanidad del pasado al poner a sus caídos en el mismo nivel que los caídos de los represores. Pero la realidad apunta en otra dirección, el pueblo mexicano lo detesta y no lo apoya.

Si este gobierno se ha podido sostener, es gracias al apoyo de la izquierda reformista, y mientras muchos ex compañeros de lucha nos llamaban a asambleas para organizarnos y luchar, hoy nos convocan para votar por MORENA.

El estribillo de la izquierda reformista es el mismo que el de López Obrador: vota, vota, vota, vota. En una época de crisis de la democracia burguesa, los demócratas burgueses y sus seguidores no pueden hacer otra cosa que repetir esta consigna.

Se abre una época de crisis capitalista, guerras y revoluciones

Lo realmente sorprendente en las 4 exposiciones, fue que ninguno de los expositores habló de la época de revoluciones que se ha abierto desde que se inauguró la crisis más profunda en la historia del capitalismo, esta época se abre con el surgimiento de la primavera árabe, que logra derribar 16 gobiernos dictatoriales en Oriente Medio, una ola de huelgas generales en buena parte de Europa desde el año 2015 y la oleada de revoluciones del año de 2019.

Esta última ola de revoluciones tiene una característica peculiar, pues a diferencia de las revoluciones de finales de los años 70´s contra las dictaduras militares y regímenes bonapartistas, vuelven corregidas y van dirigidas contra regímenes demo-burgueses, tanto en Brasil, como en Venezuela, Nicaragua, Chile, Ecuador, Bolivia, Perú, Costa Rica, Colombia, solo por citar algunos ejemplos en nuestro continente.

Aunque Aguilar Mora no hizo mención de este cambio epocal, atinó en decir que debemos levantar consignas transitorias, sin embargo, esta afirmación contrasta con el llamado que hace para que la izquierda construya un frente electoral rumbo a 2024 para ofrecer una alternativa a las masas diferente al PRI, al PAN y a MORENA.

En contraste, Ortega Juárez mencionó que la tesis a la que está llegando, es que debemos luchar por el boicot a las elecciones. Personalmente me siento más identificado con esta posición, en todo el mundo, la inflación está pegando con todo a los bolsillos de los trabajadores, la única alternativa seria que tenemos, es levantar consignas transitorias, pugnar por la construcción de un gobierno obrero, campesino y popular.

Reformistas como los editores de Jacobin, decretan siguiendo los pasos de Kautsky, que la época de las revoluciones ha terminado y que es tiempo de las urnas, no de las barricadas. La realidad de nuestro continente contrasta con esta visión, en el equipo Internacional de La Marx pensamos que las revoluciones están más vigentes que nunca y que debemos preparar el terreno para la construcción de un partido mundial de la clase trabajadora.

Algunos nos verán como locos o aventureros, pero nosotros vemos esta tarea como la más importante para nuestra organización al mismo tiempo que intervenimos en la lucha de clases en Argentina, Colombia, Brasil, Chile, Ecuador y México, siguiendo los pasos de Nahuel Moreno decimos que:

"La actividad central del partido no era la electoral, sino la lucha de clases. Es el partido del trabajo diario, que interviene en las luchas de todos los días de la clase obrera y las masas explotadas, las acompaña, las trata de organizar y organiza en la clase y sus luchas al propio partido. Está en las peleas de la clase, en todas: tanto en las grandes como en las pequeñas. Siempre trata de estar al frente de ellas, de dirigirlas y organizarlas o, como mínimo, intervenir en esas luchas espontáneas que hace la clase. Como se ve es una forma organizativa diametralmente opuesta a la de la socialdemocracia."

Por lo tanto, hemos resuelto en nuestras últimas reuniones de dirección, que ha llegado la hora de construir el Partido Socialista de las y los Trabajadores en México y en el mundo, y bajo esa lógica estaremos trabajando.

Expresamos nuestra disposición para colaborar en tareas concretas de la lucha de clases, aprovechamos para informarles que, desde nuestro surgimiento, hemos decidido no participar en la farsa electoral, por eso venimos llamando a la abstención y al voto nulo en las elecciones de 2021 y de 2022, sobre las cuales, hemos hecho públicos nuestros balances.

De cualquier modo, siempre es agradable debatir con revolucionarios honestos y comprometidos como las y los camaradas de la Liga de Unidad Socialista, agradecemos su invitación y les enviamos un saludo fraterno.

Julio 5 de 2022

[1] Nahuel Moreno, problemas de organización. 1984