# Al Fatah, de la lucha armada a la claudicación
Por Benjamín Argumento
La resistencia palestina es anterior al nacimiento de Israel, en 1936, en protesta contra de el proyecto sionista que ya acaparaba tierras en Palestina, y en protesta contra el mandato británico que los protegía, los árabes palestinos tomaron las armas, bajo la dirección del clérigo Izz ad-Din Al Qasam. Esta primera resistencia fue cruelmente reprimida por los ingleses, con ayuda de los sionistas, lo que sería el bautizo de fuego de las milicias sionistas que llevarían acabo la limpieza étnica conocida como La Nakba, "La Tragedia" en árabe, en 1948.
En 1948, palestinos tanto árabes como cristianos tomaron las armas para evitar que el proyecto sionista se quedara con sus tierras, pero no tenían suficientes armas ni municiones, no tenían una dirección política porque sus dirigentes habían sido arrestados, asesinados o exiliados tras la revuelta de 1936, y no tenían entrenamiento.
Aún así, con un puñado de viejos rifles de caza, los palestinos se unieron a los ejércitos árabes que lucharían contra la usurpación de las tierras palestinas a manos de los colonos sionistas europeos. En esa guerra, si se le puede llamar así, los ejércitos árabes estaban poco entrenados y mal coordinados, y no lograron usar su superioridad numérica para imponerse a los sionistas.
El ejército jordano, el mejor entrenado y armado de los ejércitos árabes, evitó combatir a los sionistas, limitándose a tomar posiciones en lo que después sería conocido como Cisjordania. La razón era que el rey de Jordania tenía un acuerdo secreto con los sionistas, como lo narra Avi Shlaim en su investigación, que dejaría que Jordania anexara también el lado oeste del río Jordán. Este acuerdo de con los sionistas sería roto en la guerra de 1967, cuando Israel anexaría Cisjordania, que mantiene ocupada hasta nuestros días.
Tras la terrible derrota de 1948, los palestinos se vieron despojados, exilados a distintos países árabes y, en algunos casos, concentrados al rededor de la ciudad de Gaza y la frontera con Egipto en lo que después se llamaría La Franja de Gaza.
Durante una década la resistencia palestina languideció. Engañada con la esperanza de que en una nueva guerra los Estados árabes liberarían su patria. Las esperanzas caían sobre todo en el Egipto de Nasser, la vanguardia del panarabismo que prometía la unidad de los árabes vía el establecimiento de un Estado panárabe. Pero esta expectativa nunca se cumpliría.
Cansados con la espera, los palestinos llegaron a la conclusión de que debían de liberarse con sus propias fuerzas. Es en este momento que entra en escena Yassir Arafat, quien sería considerado el padre de la resistencia Palestina. Fuertemente influido por Nasser y por la resistencia Argelina, pero sin la esperanza de que su patria fuese liberada por los Estados árabes, Arafat se unió a la organización de un Frente de Liberación Nacional, Al Fatah por sus siglas en árabe. Con la convicción de que solo la lucha de los palestinos, Arafat comenzó a entrenar y formó los primeros contingentes de la resistencia armada palestina.
Entonces llegó la guerra de junio de 1967, en la que Israel derrotaría a cuatro países árabes (Egipto, Siria, Iraq y Jordania) y se anexaría la península del Sinarí, de Egipto, y los Altos de Golán, de Siria. La resistencia palestina de Arafat pelearía del lado de los ejércitos árabes, pero sus efectos serían limitados.
Sin embargo, sería esta derrota de las fuerzas árabes abriría las puertas a la primera gran acción armada de Al Fatah. En 1968, en el pueblo fronterizo de Karameh en Jordania, las fuerzas sionistas lanzaron una operación punitiva para destruir los campamentos de las guerrillas palestinas, que hacían incursiones a la Palestina ocupada. En esta batalla, las fuerzas de Al Fatah y de Jordania lograrían una victoria pírrica ante la agresión de los sionistas.
A pesar de sufrir bajas tanto en personal como en material bélico, las fuerzas palestinas y jordanas cobrarían un gran precio a los sionistas, hiriendo y matando a varios soldados y capturando algunos tanques y otros vehículos militares a los israelíes.
Esta terrible victoria daría prestigio a Al Fatah, y haría que su grupo rápidamente ganara el apoyo de las masas palestinas y árabes, y la simpatía de los revolucionarios y anticolonialistas de todo el mundo. Yassir Arafat rápidamente fue comparado con un Che Guevara árabe, enfrentándose con valor y arrojo ante fuerzas ampliamente superiores.
En este momento cabe destacar que, si bien era la fracción mayoritaria, Al Fatah no era la única agrupación de la resistencia palestina, existiendo a su lado otras fuerzas, principalmente los socialistas del Frente Popular de Liberación de Palestina. Pero estos otros grupos se mantuvieron como una minoría ante Al Fatah, organización con la que colaboraron tanto militar como políticamente.
Tras la derrota militar del Septiembre Negro, las resistencia palestina entra en la etapa de las "operaciones externas". Al ser demasiado grande la desventaja ante las fuerzas de ocupación israelíes, Al Fatah y las demás fracciones de la resistencia inician una etapa de secuestros de aviones y operaciones fuera de Palestina, como el ataque a los Juegos Olímpicos de Münich.
Esta etapa, a pesar de tener varios éxitos militares, también implica un desgaste para las fuerzas de la resistencia, tanto por los militantes que acabaron muertos o presos, como por el desprestigio de ser tachados de "terroristas" por una prensa occidental que sólo contaba un lado de la historia. El desgaste haría que las operaciones se suspendieran, y tras la invasión a Líbano por Israel, en la que un objetivo declarado era acabar con las fuerzas palestinas, Al Fatah se vería obligada a exiliarse a Túnez.
La resistencia palestina entraría a un impasse, y Arafat a un relativo aislamiento. Sería hasta la primera intifada en 1987 que este impase se rompería.
La intifada fue un levantamiento popular. El pueblo palestino, que antes había perdido la confianza en que los Estados árabes los libraran de la colonización sionista, ahora dejaron de esperar también a que las fuerzas de la resistencia lo hicieran, y desataron una ola de protestas, varias violentas, en contra de la ocupación israelí. Marcharon, cantaron, gritaron consignas y arrojaron piedras o bombas molotov contra las fuerzas de ocupación. Este alzamiento, espontáneo por un lado pero resultado de décadas de lucha y aprendizaje político, cambiaría la situación y rompería el estancamiento.
A pesar de que la primera intifada no tenía líderes, y había sucedido sin el conocimiento de las direcciones palestinas tradicionales como Al Fatah, Arafat supo aprovechar la oportunidad y plantearse como representante y posible negociador de los Palestinos. Inició así un largo proceso de claudicación, que comenzó con ofertas de Arafat de reconocer el derecho de Israel a existir a cambio de concesiones territoriales en Cisjordania, y que culminaría en "los acuerdos de Oslo" de 1983, en que la resistencia palestina, Estados Unidos e Israel negociaron un "mapa de ruta" que prometía una luz al final del túnel, el establecimiento de un Estado Palestino al lado de Israel. Sin embargo, esta esperanza resultó un espejismo.
Lo que los Palestinos querían ver como un Estado independiente, con las fronteras de 1967, es decir, un Estado Palestino que se extendiera por Cisjordania y Gaza, y que fuera completamente independiente y soberano, los sionistas lo veían como una serie de "condiciones de seguridad", que incluían mantener control sobre las relaciones exteriores, el comercio exterior, las fronteras y el espacio aéreo y marino. Pero, sobre todo, aceptar esta "solución de dos Estados" implicaba para la causa palestina ceder el 80% del territorio de la Palestina histórica para formar este "Estado palestino" en 20%, en dos enclaves sin continuidad territorial.
Esta decisión de Al Fatah de aceptar la división de Palestina fue leída como una traición por otras fracciones de la resistencia palestina, y por amplias capas de la población. La lucha era por la libertad de Palestina, por el fin del Ente Sionista, un Estado colonial que había nacido del robo de tierras y las masacres de palestinos.
En 1976, Arafat dio un famoso discurso en la ONU, en él, decía que tenía en una mano el fusil de la resistencia, y en la otra una rama de olivo (símbolo de paz), y que de ellos, de la asamblea, dependía cual seguiría sosteniendo.
Los acuerdos de Oslo y los posteriores acuerdos de Camp David, realizado en Estados Unidos durante la presidencia Clinton, crearon una estructura burocrática sui géneris. Algo que no es un Estado, que no es autónomo y que literalmente depende del visto bueno de Israel, la Autoridad Palestina.
Estos subsidios permitirían a Arafat construir una burocracia y unas fuerzas de seguridad, y gobernar desde una oficina en Ramallah. Un Arafat viejo y cansado no fue difícil de corromper, y este soltó tanto el rifle de la resistencia como la rama de olivo para llenarse las manos con los subsidios que gustosos pagaban sus ejecutores. Arafat moriría, presuntamente envenenado por los sionistas en el año 2004.
Tras la muerte de Arafat, uno de sus colaboradores más cercanos, Mahmoud Abbas, heredó tanto el control sobre Al Fatah como el rumbo de corrupción. Fue esta claudicación al sionismo lo que hizo que, en las primeras elecciones que celebró la Autoridad Palestina, en 2006, la resistencia secular y nacionalista de Al Fatah fuese derrotada por la resistencia islámica de un grupo que había nacido pocos años antes, a partir de la primera intifada, Hamas.
Nadie se esperaba este resultado, ni siquiera Hamas. Mahmud Abbas, conspirando con sus patrocinadores gringos y sionistas, decidió no ceder el poder tras perder las elecciones. Estalló entonces una especie de guerra civil entre Hamas y Al Fatah, que acabó al poco tiempo con Hamas teniendo control de la Franja de Gaza, y Al Fatah de Cisjordania, gozando tanto de los subsidios de occidente como de la representación diplomática oficial de Palestina, mientras que Hamas quedaría relativamente aislada y sitiada en Gaza.
Tras esto, ni Al Fatah ni Hamas volvieron a llamar a elecciones. Hamas realizó varios intentos de construir un gobierno de unidad nacional para salvar esta situación, que debilita y separa a los palestinos, pero Al Fatah se negó, cada día más cercana a ser un esbirro de los sionistas y más lejos de su pasado combatiente.
Al iniciar la actual fase de genocidio, Al Fatah abandonó cualquier honor que mantuviera. Tomó su compromiso por la seguridad de Israel como su única y verdadera causa, aislando a Hamas, repitiendo las mentiras sionistas de que el genocidio había iniciado por culpa de la resistencia en Gaza, y reprimiendo a la resistencia palestina en Cisjordania.
Estos actos de represión han llegado a extremos como el asesinato de nom,bre de la periodista palestina, el arresto o ejecución de varios combatientes palestinos en Cisjordania, incluida la muerte bajo tortura del joven combatiente Ahmed Abu Naaj.
Junio de 2025
